Todo
empieza un día martes 7 de abril a las 2:55 a.m. del año 1992. De esa época
cuando era tan solo un bebé no sé de verdad mucho, por fuera del hecho de que
era exageradamente dormilón y muy callado. Aparentemente soy tan dormilón que
me quedé dormido en mitad del parto. Mi infancia no fue nada poco usual, hay
historias en donde yo aparentemente cada vez que sonaba Freddie Mercury bailaba
si parar o que el primer concierto al que fui yo tenía solo un año.
Claro
está que también logré quebrarme un brazo en más de una ocasión y de las
maneras más ridículas debo añadir, tres personas montadas en un triciclo por
una bajada y la que aún no logro entender y es cuando me enredé con una mesa. Era
y sigo siendo una persona callada con gustos algo diferentes a los de los
demás. Para mí los deportes nunca fueron un eje focal y más bien me divertía
con otros pasatiempos: cartas, coleccionar juguetes, televisión y otros. Dicha
diferencia en gustos trajo de por sí el hecho de que tuviera pocos amigos y
convertirme así mismo en una víctima de bullying lo cual duró gran parte de lo
que fue mi vida escolar.
Ya
entonces se vino la vida escolar como tal, a decir verdad una época agridulce de mi vida llena
de problemas y momentos felices. Puedo acordarme de momentos donde lo único que
quise fue desaparecer como también existieron etapas que fueron parte de una
época muy feliz. También puedo decir con certeza que si algo aprendí del
colegio es que simplemente yo y los deportes no coinciden nunca, tres intentos
distintos de deportes y nada. Cosas importantes han salido de lo que viví en el
Colegio Alemán, mi amor por la música, la capacidad que tengo con los idiomas y
algo que atesoro por sobre toda las cosas y es mi experiencia en Alemania.
A la
edad de 15 años tuve la oportunidad de conocer por un año Alemania, algo que
puedo considerar fue algo que me marcó la vida. No hay nada que le cambie a uno
más la manera de pensar como el hecho de que por un periodo de tiempo estás
fuera de tu casa en un país extranjero donde no hablan tu mismo idioma. Pero
por fuera de las dificultades, vivir por un año donde lo que pasa en tu casa no
te afecta básicamente significó un respiro total de la realidad, un descanso de
todo lo que me molestaba y me permitió mirar las cosas desde una perspectiva
diferente. Para mí esto fundamentó gran parte de mi persona.
Después
de vivir mi año en otro país puedo decir que todo mejoró considerablemente,
estudiar fue más fácil no existía bullying, era más calmado todo era desde ese
momento algo más alegre que cualquier año que tuve antes del viaje. A partir de
esa experiencia puedo decir que mejoré como persona. Además pude realizar
varios de mis sueños en estos últimos tres años. Cosas tan simples como ir a mi
concierto favorito como cantar en vivo en frente de 3000 personas, descubrir
mis pasiones y hacer lo que siempre quise.
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